Los edificios representan el 40% del consumo total de energía en Europa y producen el 36% de las emisiones de CO2, lo que los convierte en uno de los pilares básicos sobre los que es posible actuar para mejorar la eficiencia energética.
Sin embargo, los edificios residenciales tienen una edad media de 55 años y, en muchos casos, no tienen implementadas medidas que contribuyan a un consumo razonable de energía. Mirándolo desde una óptima positiva, la conclusión podría ser que existe un gran potencial en las comunidades de vecinos para el ahorro de energía.
Consientes de este problema, pero también de las grandes posibilidades de mejora, la Unión Europea (UE) ha puesto el foco en este asunto como una de sus líneas de actuación más relevantes.
Con la directiva de eficiencia energética en edificios -EPBD, en sus siglas en inglés- se marcaron una serie de objetivos entre los que se incluye el lograr que los edificios construidos a partir del 31 de diciembre de 2020 tengan un consumo energético casi nulo. Además, se pretende que los estados miembros impulsen medidas para lograr un 20% de ahorro energético.
Desde Europa no existen unos requisitos armonizados para logar esta disminución, dejando en manos de cada uno de los países la calificación del grado de rendimiento energético y la adopción de las principales medidas.
En España, estas exigencias fueron transpuestas inicialmente en la normativa que establecía el procedimiento para la certificación de la eficiencia energética de los edificios de nueva construcción (Real Decreto 47/2007). Posteriormente, este texto, junto a nuevas transposiciones, se incluyó en el Real Decreto 235/2013. Aquí es donde, entre otras cuestiones, se hace mención a la obligación de presentar a los compradores o arrendatarios un certificado de eficiencia energética.
Con el tiempo, otras iniciativas legislativas han ido abordando alguno de las múltiples campos en los que se puede influir para reducir el consumo de energía.
¿Y qué pude hacer una comunidad para mejorar su eficiencia energética?
Al margen de las obligaciones que establece la ley, las comunidades de propietarios pueden ser una parte activa en el proceso de ahorro energético impulsando medidas y hábitos de consumo que permitan la racionalidad del gasto.
El desarrollo tecnológico permite disponer de sistemas que, sin grandes desembolsos, contribuyen a reducir significativamente el consumo de luz o agua. Un ejemplo son los equipos que automatizan el encendido o apagado de las luces, iluminando únicamente cuando no hay luz natural o al paso de alguna persona. Lo mismo acurre con los sistemas de riego que se adecúan a la situación climatológica.
Por otro lado, la sustitución de equipos antiguos por modernos aparatos de bajo consumo o la optimización del aislamiento de la edificación también pueden contribuir de forma significativa a disminuir la factura energética de la comunidad.
Estos son solo unos ejemplos de la multitud de iniciativas que se pueden poner en marcha para mejorar la eficiencia y ser más respetuosos con el planeta.
En Llavelia Administración de Fincas, estamos comprometidos con el ahorro energético, el medio ambiente y el desarrollo sostenible. Por este motivo ponemos a disposición de nuestras comunidades toda la información de los últimos avances para contribuir a la eficiencia energética y planificamos y ejecutamos su implementación.
